Hay
algo en el Camino que no logramos expresar con nuestro lenguaje pero
sí con una sonrisa y un saludo efusivo (levantando la mano
agitándola muchas veces en lo alto). Algo que hace que nos
conozcamos mejor a nosotros y a los demás, que nos encontremos con
Dios en la bondad de los otros desde los más pequeños a los más
experimentados en la vida. Esa bondad innata no es otra cosa que la
imagen de Dios mismo que llevamos todos.
“¡Gracias
familia!” así, se despedía una peregrina Húngara al retomar el
camino de Santiago y el camino de la vida.
Gracias
a vosotros, por vuestra gran disposición .
Ultreia
Ultreia
Une reception formidable, une attention particulierè. Que Dieu garde ces personnes ! Merci pour tout. Mon cœur est plein de joie et bonheur.
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